Lima, Perú

Michael Dertouzos, el hombre que vaticinó la revolución de Internet

Científico griego y destacado profesor, fue el impulsor del Consorcio de la World Wide Web que dirige la red de redes y un visionario de su utilidad para cambiarnos la vida

La revista ‘Time’ citó a Michael Dertouzos como “el informático más influyente del mundo”, y el propio Bill Gates se refirió a él como “el primer verdadero humanista tecnológico”. La categoría de quienes definieron en esos términos al científico de origen griego hacen pensar no solo en su categoría académica, sino sobre todo humana, porque Dertouzos, ante todo, fue un humanista preocupado por el servicio que la tecnología podía prestarnos a los humanos y cómo nos ayudaría a mejorar la vida.

Nunca fue conocido por el gran público, pero ejerció un gran liderazgo en los equipos de trabajo que dirigió y siempre destacó como un gran educador en la divulgación científica. Sin embargo, además de por sus patentes y sus contribuciones a la ciencia, Michael sobresale en el mundo científico porque fue un visionario en toda la extensión de la palabra y pasó las últimas décadas del siglo XX estudiando y pronosticando los futuros cambios tecnológicos. Él mismo explicó que lo hacía con sus imaginaciones técnicas más alocadas pasándolas a través del tamiz de la utilidad humana. Gracias a eso, Michael Dertouzos pensó en muchas situaciones años antes de que ocurrieran y también por ese motivo sufrió muchas veces un ridículo prematuro del que se resarcía a medida que avanzaba el tiempo.

Entre sus predicciones más destacadas están la que realizó en 1976, cuando aseguró que para mediados de la década de los 90, tres de cada cuatro hogares tendrían computadoras de escritorio, lo que ahora conocemos por PC; o la que hizo en 1980, cuando escribió y habló sobre el mercado de la información, en el que cientos de millones de computadoras estarían interconectadas a través de una red mundial, permitiendo a miles de millones de personas comprar, vender e intercambiar libremente información.

 

(El País)

 

Dejar un comentario